En junio, con la ayuda de nuestras familia, comenzamos a prepararnos para realizar un bingo virtual el 30 de julio. Invertimos parte de las ganancias de la venta de repostería, además de recibir algunas donaciones de premios. La campaña de promoción tuvo un gran alcance en las redes sociales, con personas de todas las regiones del país, participando del evento y mostrando un gran entusiasmo.
Por una decisión familiar, no habíamos recurrido a los medios de prensa, pero sabíamos que teníamos que plasmar todo este esfuerzo en una campaña que transmitiera un mensaje de esperanza, para que Luis Fernando pudiera hacer realidad sus metas y objetivos en la vida.
Pilar Acuña y Diego Díaz, personas muy cercanos a la familia, lograron captar en un video que nos realizaron, el mensaje y el detalle que queríamos transmitir de la situación de Luis Fernando. Esto marcó el inicio de otros esfuerzos audiovisuales, y el momento en que nos dimos cuenta de la necesidad de acercarnos a la prensa.
Incluso cuando teníamos dudas sobre si el mensaje que queríamos transmitir, llegaría a la audiencia, nos animamos y, a mediados de agosto, conseguimos un espacio en las noticias, gracias a Repretel. El caso de Luis Fernando se propagó de inmediato, y llegaron mensajes de apoyo de todas partes. Empezamos a ver la luz al final del túnel; todas las cosas que habíamos estado construyendo estaban dando frutos.
Un sábado de agosto, hablando con mi amigo Fernando Castro sobre el proceso en el que estábamos, me sugirió que hiciéramos un concierto. Después de una llamada me dijo que contara con el grupo Vía Libre, el Grupo Vocal Generaciones y la Banda Chiqui Chiqui, y que me encargara de buscar un lugar para realizar el evento. Y ahí estábamos, con Dios abriendo caminos, ante un nuevo reto: coordinar un concierto para recaudar fondos. ¡Manos a la Obra!